lunes, 6 de diciembre de 2010

Escupir Gloria

Hacer poesía, algo barata, sin mucha sustancia ni ingredientes. Falta de contenido pero con impactantes disparos, dulces disparos me refiero. Ese retroceso ensordecedor en el hombro mientras el proyectil impacta con sabor letal en ciertas mentes "inteligentes", ávidas de elementos suficientes para usar con dos dedos, sin llegar a mancharse, un trozo de salvador papel de calco, antiguo papel de calco.



Desnudo mi nuez masculina con toda la frecuencia que puedo, que necesito, haciéndola bajar y subir mientras silbo palabras, suave y veloz melodía acompañada de formas diferentes de lamer la frente templada con la que señalas tus mas bellos deseos.



Son tinta y sonido, negras ambas dibujadas en un cielo demasiado cuerdo para darlo por entendido.



Jtown

domingo, 31 de octubre de 2010

Son de ...

Con una pinza en la boca Watling colgaba sus braguitas empapadas en el cordel, también mordía naranjas con ganas, nunca les quitaba la piel.




La mirada hacía las nubes (con fondo azul)
y el suspiro profundo con los ojos cerrados (se suele hacer)
te pintan la faz. (garantizado)
Son laberintos las calles de aire, (si te adentras)
tan blancas, (tan blancas)
tan efímeras (para mí).


Y pudo ser de cualquier manera, pero el sol que no respeta horarios por estas latitudes afloja los ritmos y obsequia diplomaturas ...en pasiones.





El mar, el mar, el mar.
Jtown


FACTICIUS

En el argumento extenso de la siesta, me despertó la voz de un señor explicando la inalterable jerarquía de las hormigas. Éramos varios los que disfrutábamos a trozos de aquellos sofás y manteníamos el mismo denominador común, el cansancio de una importante resaca. En el dilema de este señor entre singularidades de las diferentes familias de los insectos, mi sed aumentaba con tanto color terrizo en la pantalla y no me quedaba otra, apartar con suavidad a Ana y arrastrar mis pies que aprisionaban brazos y piernas de Carla y Oscar hasta salir del sofá. Es increíble como un estado de post-embriaguez puede dejar cao al cuerpo humano hasta la no molestia de ningún tipo de ruido o movimiento, estoy seguro que si estuviera cayéndose el techo, aquí nadie movería una pestaña para pedir auxilio. Con mis pequeñas dificultades al disminuir los golpes sonoros, llegué a la cocina alcanzando la botella de agua fría que deje, abierta y vacía, sobre la encimera de madera oscura.
La cocina comunicaba casi frente por frente con el cuarto que ocupaban Rosa, Carla y Ana, que habían dejado ropa en el suelo, y que pude ver, pues la puerta estaba totalmente abierta. Mi mente hizo un pequeño amago de volar cuando sobre la esquina del colchón, que estaba tirado en el suelo, se enroscaba sobre sí misma una prenda minúscula de color blanco. Entré con más sigilo aún y palpé el trozo de tela de algodón, mis dedos rozaron cada centímetro de aquella maravilla suave llevándomelo a la nariz hasta en tres ocasiones. Miré en cajones, armarios y vestidores, me sentía un espía del morbo y tocaba y olía los objetos femeninos hasta sacarle, como los entendidos en vino, la más mínima comparación a cualquier elemento que daba sentido a la existencia de mi olfato.
Atribuía este tanga a Carla, aquellos Culotes a Ana y este magnífico sujetador a Rosa que encajaba con esta talla. Mi vista, marcó un enjambre plasticoso, imitando a un baúl de madera que tendría que ser, no, que era, el cesto de la ropa sucia. Eran numerosas las prendas íntimas femeninas que colgaba sobre mi cuerpo, y no pude más que usar mis sentidos para imitar situaciones casi igual de placenteras que los actos que imaginé.
Pude, y no me arrepiento, lamer el sexo abultado de Carla a través de sus encajes, vi perfectamente a Rosa como subía y bajaba rozándome sus costuras por mi miembro mientras manchaba de saliva el suelo. Ana abría con ambas manos sus nalgas y acompañaba frente al espejo cada embestida con dibujos de vaho.
Era un éxtasis silencioso, un mar de olores que inhalaba aguantándolos en mi boca…
-¡Joder!
Carla me llamaba desde el salón con voz cansada pidiéndome un poco de agua.
Con la boca de nuevo seca por el susto, y una vez deshecho de todas las prendas, le llevé un vaso colmado despacio. Su todavía adormilada cabeza no daba cuenta que derramaba el agua mientras bebía, cayéndole en los pechos brillantes de sudor .
Con el mismo cuidado que con el que me levanté, volví a acurrucarme entre Ana como si nada hubiera pasado, deje caer con suavidad mi mano entre los muslos calientes de ésta, eran las cinco de la tarde, ni un rayo la hubiera despertado.


Jtown

jueves, 7 de octubre de 2010

No tocar

La macerada idea se distraía a golpe de un color blanco y con aspecto duro que mostraban las piedras del jarrón. Tenía el tiempo, las o mas bien la herramienta, y algo mas de empuje exterior que ganas de ejecutarlo. Mi vida en éste ultimo año había sido controlada y aburrida, pero no por ello me tendría que entregar, como lo estaba haciendo ahora, a la cruda materia gris que unían varios elementos de cuidado. Materia gris, que reunían con poca frecuencia, pero había sido anudada con una sola palabra repetida cientos de veces. El caos.
Situación caótica, caos total, al borde del caos, eran frases que habían sonado tanto en mis oídos (que no en mi cabeza), que habían ocasionado una perforación en el músculo orgánico que encoje y padece en estos casos. Mi corazón.
Embalsamado como un cebo, y no sigo porque no son letras mías, seguía mirando los huecos oscuros de las superpuestas piedras del cilindro de cristal, tan blancas y tan duras, tan blancas, no grises, tan duras, no blandas.
Tan blancas, tan duras.....

Madre mía, a la mierda todo... a la mierda las frases hechas, a la mierda los acumulados pensamientos de los demás, a la mierda las mentes ignorantes, las coloreadas y las básicas frecuencias de sus oídos. A la mierda la astucia comprada, el valor de los guardados por la espalda y la intrínseca hipocresía que ya adornaba vuestras cunas.

Viva el silencio y la paciente espera, porque nos hará decir palabras diferentes.



Jtown

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Y mi oportunidad?

Soy profesora de Educación Infantil y he inventado una nueva asignatura en clase. Dura apenas cinco minutos y la tengo encuadrada entre las 13:55 horas y las 14 horas de viernes.
La tengo ese día por la gran libertad que aporta el viernes. El último día de la semana para ellos es como la combinación de algo muy trabajado, y aunque les guste más o menos venir al cole, el viernes a las dos de la tarde es como el comienzo de algo muy merecido.
En esta nueva asignatura, por supuesto no evaluable, me detengo a observar tranquila y desde otro rol, que no es el de profesor/a, a mis alumnos/as.
Los niños hacen y deshacen lo que quieren en este rato. Dibujan, juegan, hablan, planean. Sostienen sobre sus manos sus mayores virtudes y demuestran que su historia tras el edificio escolar no puede arrebatarle lo que más llevan dentro, sus cualidades.

Tras mi mesa, me detengo hoy casi plenamente en Mario. Mario no es el más inteligente, ni el más educado, ni el más puntual, pero dibuja como nadie el color del cielo, la esponjosidad de las nubes o el ladrillo mojado de las mañanas de otoño.
Mario no desaprovecha la asignatura para crear, ordenando sus pinceles, que por ahora tienen sólo puntas de grafito. Es un pequeño genio, una estampa de virtuoso que le puede llevar a hacerse grande, a la dedicación plena de artista.
Pero llegan las dos y mientras la sirena apura su eco él recoge con lentitud y me hace mi viernes triste con su corta sonrisa de mueca.
Fuera quizá le espere su padre, o nadie. Quizá prolongue su estancia junto a mí hasta ver aparecer a su ángel, al que él llama abuela.
Su vida en familia es incierta, no sabe qué tiempo se encerrará su padre en el dormitorio de “no molestar”. No sabe si cenará caliente, si desayunará sólo o si saldrá de casa sin que nadie pregunte. No sabe si su madre existe o es solo un sueño que le visita su cabeza.

Ojalá me equivoque, pero Mario será un escalón ausente, un brillante sin pulir, un vacío de ilusiones, un lamento duradero, un renglón torcido.
Mario pintará nubarrones sin apoyo, sin camino aconsejado, sin zapatos bien puestos.
Mario seguramente luchará sólo y olvide pronto su asignatura del viernes porque su padre le suspendió para siempre.


Jtown (12/08)

viernes, 24 de septiembre de 2010

La Visita

Aquel licor estaba fortísimo, se necesitaba arrugar la cara centímetro a centímetro para tragar el seco líquido transparente que escapaba de visita en visita de aquella botella labrada. La llegada había sido chocante, poco esperada y con poca resolución de palabra. Que contar, que decir, vaciarse al completo de bienes y bienes contestados a cada pregunta per cápita que llevara mi misma sangre. En fin, controlar el tiempo y disimular cada mirada al reloj aun consiguiendolo en cada aghhhhh! que me provocada aquel casero desinfectante, fue suficiente para que pasara la hora de rigor entre aquellas paredes color blanco roto forzoso. La salida libre y esperada por el pórtico que desembocaba al pasillo negro, punteaba la puerta en la que entraban movimientos polvorientos de luz. Despedidas a besos y un largo respirar a ambas partes de la doble hoja de madera, portazo y movimiento de pestillos me despiden mientras me pierdo en aquella larga cuesta.


Jtown

martes, 7 de septiembre de 2010

El 53

Llevaba el pantalón algo sucio,
la sonrisa muy alta y estupidez
en todos y cada uno de sus bolsillos.
Comía despacio y salaba los platos
como nadie cuando soltaba alguna
palabra al resto de la humanidad y
caía algo de su saliva sobre el circulo
de cristal arañado. Se subía con facilidad
en el 53, un autobús que se llenaba de
gente cuando lo pintaban de nuevo y
recorría las plazas sacando la cara por
la ventanilla impoluta para que la gente
lo viera, lo escuchara, o lo disfrutara al
pasar bajo aquellos semáforos que por
un casual, hoy estaban a una altura
mas baja de lo habitual.
Cruzaba ciertas calles sin importarle
el peligro, amenazaba a la inteligencia
que luchaba por sobrevivir en colmenas
apartadas.
Un día, dándose cuenta, perdió el 53 y
mientras miraba desde fuera los platos
de cristal arañado se fijo en algo muy
curioso, una luz parpadeante que se
representaba constante y naranja.
Perdón se me olvidaba...
Alta, constante y naranja.



Jtown

jueves, 8 de julio de 2010

Estampas

Me hace falta el mí que llevaba puesto, el de mas adentro, el que buscas con la mano a tientas debajo de la cama o por el filo del color entre las ropas. Me falta el recuerdo afilado de las acacias del barrio, el doble calor de las vías del tren o la sequedad del roce de las piedras (la lengua sirve para borrarlas).
El mi que ahora no sabe salir vivía de olores, de saber buscar en las esquinas de las imágenes porque en el centro se fijan todos, de cambiar el paso pegando un saltito o de la ausencia de corregir el comportamiento humano.
Y mirando, mirando...

Ha de venir de nuevo y verse entre el camino ardiente que la difumina a lo lejos,
como en verano con sus estampas movedizas,
yo buscaré en sus esquinas,
quizá vea algo.


Jtown.

domingo, 27 de junio de 2010

ME HE IDO TANTAS VECES...



Me he ido tantas veces de aquí que ya, hasta el viento sonríe cuando me ve aparecer de nuevo. Rasguña una piedra mientras me mira y me dice que no sabe qué decir, lo entiendo… no puede decir nada, es lo que pasa con estas cosas… “nadie aprende en cabeza ajena”; y mira que no soy muy de refranes; pero aquí, viene que ni pintado.

Me paso los días sermoneando a quien me lo pide, regalando mis manos a quien me lo pide, ofreciendo todas mis vísceras a quien me lo pide y leyendo esquelas de los muertos de los demás y, ahora, cuando es a mí a quien toca pulir… todo se da la vuelta y me desvanezco, como el vaho en el mes de enero o como, a lo sumo, un peta-zeta en la boca de un niño… chisporroteando… pero, al fin y al cabo, me voy.

Me ha largado tantas veces de esto que no sé qué es que se me hace apático, desnutrido y gris. Me aburro soberanamente de mi misma y de mis ancestros, por dejar que todo esto pase; a veces, creo que es injusto y me regocijo convenciéndome de ello… entro en desidia y me apago, me vuelvo color sepia y los colores se camuflan detrás de cualquier piedra, para que nadie me vea.
Tengo tantas ganas de saber qué pasará que recorro los minutos del día sin casi saborearlos, dejándolos huir sin más y doliéndome en cada ocaso que pasó y que no respeté. Me angustia cerrar la boca y no sentir el paladar, intuir que empiezo a decolorarme como el pelo cano o que sucumbo a todo lo que me ayude a usar el olvido como herramienta de destino… ¡puaf! y me asquea ser esto…

Por eso me he ido tantas veces de cada día que puedo vivir, porque no concibo las heridas así… en metástasis.

Y prefiero no mirar a nadie. Cerrar los ojos fuerte, apretando, intentando rebuscar estaño entre los dedos de todo el que me rodea y soldar, soldar fuerte los sentidos y callar… dejar de escuchar, no oír, no palpar nunca más nada, ni extrañar, ni lamer, ni degustar sabores exóticos, ni salados, ni de sol; no poder mirar mas que dentro ¡nunca fuera!, ni pensar, ni sentirme estrella, ni especial, ni ofrecer, ni amilanar la sangre hasta que se pare, ni gritar, ni buscar, ni llenarme los pies con la fina arena de la playa, ni tambalear, ni dejar que me tiemblen las piernas, ni besar, ni oler los cuellos, ni esperar más poder rellenar con la lengua los huecos debajo de la boca…

Tengo tanta prisa por saber cómo voy a matarme, que me bebo la vida de un trago, me camuflo debajo de los cristales y no me doy cuenta de que se me ve… de que por muchas veces que me vaya, siempre vuelvo para no pedir nada; y por cada regreso no me encuentro nada, nada… yo más yo y la ausencia, el sopor eterno que no es de los vivos y que se muere más, si cabe, por cada re-vuelta… sin amistad… y, creo, que nunca me sentí tan sola.

Porque volver a ti es lo que tiene: Ya no sé quién eres, eres “el extraño” , la parte de mí que ya no está, el adiós que nunca llega y que, sólo tú, puedes regalarme… Concédeme el deseo y usa la boca y la voz, otórgame la paz y espútame una despedida ¡por favor! Sé que hace tiempo que te fuiste, pero no consigo creérmelo.

(Mariapán 2010)

Y con este texto tristón pero reconstituyente que me ha pedido una amiguita, me despido de este blog (por ahora), gracias a todos los que os habéis pasado y habéis usado algo de vuestro tiempo para empatizar conmigo ¡ha sido una gozada compartirme! ¡gracias desde el corazón!
Y gracias a ti, sosi, por compartir este experimento que ha durado un añazo... Ahora te dejo el relevo... ¡cuídalo eh! ¡te quiero!

¡Buen verano! :-)


jueves, 24 de junio de 2010

NO MIRAR


Ahora, dibujaré...

todo lo que queda:


NO MIRAR

NO MIRAR

NO

MIRAR…

Mirar… no.

Mirar…

no.

No mirar…

MIRAR

¡NO!

MIRAR…


(Mariapán 2010)





sábado, 12 de junio de 2010

SUBIR AL CIELO




Reconozco que subir al cielo es lo que tiene… que luego, después, cuando todo cesa…; hay que bajar, o re-bajar (¡me encanta jugar con las palabras! es un juego dulce…).

Ascender escalones, otear paisajes, mantener campiñas en la memoria y personas en el corazón; escalar árboles y arboledas, recortar veredas kilométricas y acariciar animales extraños… es lo que va dejando a su paso el ascenso, el camino largo hasta alcanzar la montaña más elevada.

Pero ha de acabar algún día, si no… la fatiga nos mataría, nos haría demasiado nómadas, “nómadas profundos” y yo… no soy eso (creo).

Por eso reconozco que lo que haces conmigo ha de detenerse por las tardes, cuando yo estoy cansada y Morfeo te espera, quieto e intacto, para regalarte un suspiro detrás de las orejas. Como cuando hacemos el amor y te recorro con palabras el cuello y las palmas de las manos, acabo a menudo, en una espiración… La pequeña muerte…

He de admitir que si todo lo que haces de mi no cesase momentáneamente, me matarías; ambos lo sabemos… demasiado amor, demasiado placer, demasiada verdad. Por eso, te embriagas de sueño y duermes; como ahora, que te miro. Y reconozco que elevarme allí donde costó llegar fue una ópera egipcia, un abismo tentador, una manera difícil de conocer ángeles, fácil de follar con demonios, de alumbrar a las luciérnagas y de arruinar el género. Y mereció la pena este olvido efímero que me donas por las tardes cuando duermes y te observo, porque me deja la paz de admirar mi ascenso, mi izamiento, la fuerza de mi feminidad y la sagacidad indomable… La pequeña vida.

Por eso, he de ser consciente de tu voluntad y tus ojos marrones enganchados a las pestañas y a mí… y me concedo la añorada calma, el perdón, la otra oportunidad que me debo. Y es necesario el descanso.

Y cuando despiertas y te recuperas, me vuelve de nuevo la memoria y ya no soy la amnésica putrefacta que dejó de buscar tus besos…; me sonríes y recompongo todas las paredes de nuestra casa, las barnizo en un pis pas y te regalo La Mota y su hechizo, por supuesto, sólo para ti.

Porque recuerdo que te quiero y que tras el descanso, anhelo con las entrañas (como sabes que sé quererte) que me regales amor del tuyo… del bueno.


(Mariapán 2010)



jueves, 3 de junio de 2010

Padre, lo confieso...




Padre… lo confieso:

- Cogí la pierna y me la arranqué –

Hija…

- ¿Qué razón te llevó a semejante atrocidad?-

Padre… lo confieso:

- Perdí el norte y renegué de mi, lo hice porque la fusta no la llevaba encima y la deshuesé en un giro seco -

Hija…

- Perder el norte es humano y renegar de ti también –

Padre…

- Renegué de mi mientras me amputaba y de Dios mientras renacía, descubrí que no existe-

Hija…

- La fusta te la presto, la tengo aquí mismo, y con ella maldícete por tus blasfemias. La pierna no vale nada, ni tus manos escondidas, ni siquiera tú misma vales algo… renacer de la no-fe es pecado…y, además, mortal-


(Mariapán, 2010)





jueves, 13 de mayo de 2010

ABRIR LOS BRAZOS



David, el gran David, dice que querer es cerrar los brazos y abrazar... fluir, hacer y dejar hacer.
Pero también dice que querer es abrir los brazos, extenderlos todo lo que se pueda y más si cabe, desgarrarse uno mismo para poder hacer fuerza contra tu propia fuerza que se empeña en seguir cerrando, seguir abrazando, seguir... al fin y al cabo, asfixiando...
Y dejar ser libre al otro, sin ataduras, sin horror y, si puede ser, con una sonrisa como la mía.

Eso dice David que es muy anciano ya, es viejo, es enormemente sabio. Y hay gente que se ríe…
- ¿dónde está el límite de la ignorancia? –
“ Porque llevaba trenzas/ la llamaban trencita”.

David dice que la vida es tan enorme que mis lágrimas del sábado no tenían sentido lógico dentro de este marco. Que estoy triste y alegre, pero que los dioses me concedieron lo “ilimitado”… el placer… el dolor… el don y la fusta, eso dice David… y me habla de mi risa y de los dibujos, de la soledad absoluta que arrastro y que es tan visible, para viejos como él:

- tú y tus cuadros… -
- ¡pinta! no dejes de pintar… -

Y con todo esto que me cuenta David lo único que soy capaz de hacer es… huir. Escaparme de él que me da tanto miedo y sentarme encima del arco iris para revivir. Fumarme un cigarro, hoy que llueve y tengo menos asma y esperar.

David dice que el amor es él y que soy yo… y yo… me lo creo.

Por eso me paseo hoy por las canciones y las recorro como si fueran tú, como cuando te miro y no me miras o ¡mejor! como cuando me descubres entre el tumulto encajada mi mirada en tu espalda… así… Recojo todas los versos que aún no te he dedicado, todos los cuadros y todas las noches como la del lago… y las guardo, con amor, con mucho amor.

David dice que volar es lo único que importa y que lo más probable es que el intento cueste algo más de lo que yo estaría dispuesta a dar, pero David es elocuente y sagaz y sabe que aún no me conoce. Si te preguntaran a ti seguro que responderías correctamente, como soy, dímelo tú: ¿me gusta volar?.

- Me gusta volar –

Por eso, hoy que es el mes cinco y llueve, voy a contarle a David que abrí los brazos, por fin, aguantando la fuerza de mi fuerza; que lloré, sí, pero que volar es lo que tiene… de vez en vez, encuentras un cuento en el que Alicia ya no vuelve más al otro mundo, en el que la última ilustración es la que vale, en el que la sonrisa del gato es la mía y es sentida y …en el que tú eres el sombrerero loco y yo… yo, la reina de corazones:

- ¡Que le corten la cabeza!-

FIN



domingo, 9 de mayo de 2010

REGALO DE CUMPLE-AÑO


“Mi niño no quiere dormir,

dice que no le hace falta…”

(Niños Mutantes)



… Y, sin embargo, era como dormir. Desenfocar tanto, que hasta perdía el concepto de los detalles y empezaban a importar, sólo, las siluetas.

- ¿De qué escribiría? –

Ya te lo dije:

- De ti –

En nuestras cabezas el tejado de tela y la música sonando dentro, como cuando le hablé a los momentos ¿recuerdas?. La mirada estriada de los felinos y casi siempre, algo de alcohol desdibujando las manos de los que me asustan. Los cristales de colores y la luz tenue de tu voz, que es perfecta porque te quiero y me quieres, no hay más nada… lo que digan... ¡nunca me ha importado menos algo…!


Ya tenía el poema y el dibujo… eras tú.


… Y, de pronto, todo deja de existir desde tu frente a la mía; es el momento, el de las risas irremediables, el de los dedos entrelazados y la fuerza en las venas.

Tú y yo.

Invencibles.


Hay un pequeño terremoto anexo, que nos recoloca el diafragma. La música ya suena desde fuera y hay gente bailando. Los platos, los vasos, el tintineo del hielo y la espuma haciendo círculos exactos que le vendrán bien a mi cuadro… Los farolillos que ya no parpadean porque se han vuelto reales y la reja negra semivestida por una cortina blanca que va dejando pasar al aire que da frío, no como el de nuestras bocas gritando. Gente descolorida como yo marcando la realidad, tumulto y entre los dos… el silencio, el de los ojos, el perfecto.

- Ya tenía el texto - te lo volví a repetir.

Y hoy, cuando me coloco las alas para escribirte, me doy cuenta de que el poema se quedó allí; bajo la tela y encima del albero; que tengo ganas de abrazarte porque eso es, en realidad, lo que te puedo ofrecer, lo demás… es mierda.

Quiero quererte sin condiciones, sin medida, tan afín a mi que todos se reirán porque el almíbar será azul (como nuestro pelo) y dirán que eso… no se come ¡benditos ignorantes! ¡qué sabrán ellos! y regalaremos, tirando confeti a los precipicios y rozando el dolor, pero nos reiremos, sabes que lo haremos.

Por eso, dejo en la feria el poema que hicimos juntos, no sé que hace un año que nos conocemos porque te conocí cuando nací. Sé que eres tan yo que, a veces, hasta te confundo conmigo; lo demás como te dije antes… poco me importa.

¡Gracias Chemita por ayudarme a encontrarte! mi vida sin ti sería mucho más gris...

¡TE QUIERO! ¡FELICIDADES!