jueves, 13 de mayo de 2010

ABRIR LOS BRAZOS



David, el gran David, dice que querer es cerrar los brazos y abrazar... fluir, hacer y dejar hacer.
Pero también dice que querer es abrir los brazos, extenderlos todo lo que se pueda y más si cabe, desgarrarse uno mismo para poder hacer fuerza contra tu propia fuerza que se empeña en seguir cerrando, seguir abrazando, seguir... al fin y al cabo, asfixiando...
Y dejar ser libre al otro, sin ataduras, sin horror y, si puede ser, con una sonrisa como la mía.

Eso dice David que es muy anciano ya, es viejo, es enormemente sabio. Y hay gente que se ríe…
- ¿dónde está el límite de la ignorancia? –
“ Porque llevaba trenzas/ la llamaban trencita”.

David dice que la vida es tan enorme que mis lágrimas del sábado no tenían sentido lógico dentro de este marco. Que estoy triste y alegre, pero que los dioses me concedieron lo “ilimitado”… el placer… el dolor… el don y la fusta, eso dice David… y me habla de mi risa y de los dibujos, de la soledad absoluta que arrastro y que es tan visible, para viejos como él:

- tú y tus cuadros… -
- ¡pinta! no dejes de pintar… -

Y con todo esto que me cuenta David lo único que soy capaz de hacer es… huir. Escaparme de él que me da tanto miedo y sentarme encima del arco iris para revivir. Fumarme un cigarro, hoy que llueve y tengo menos asma y esperar.

David dice que el amor es él y que soy yo… y yo… me lo creo.

Por eso me paseo hoy por las canciones y las recorro como si fueran tú, como cuando te miro y no me miras o ¡mejor! como cuando me descubres entre el tumulto encajada mi mirada en tu espalda… así… Recojo todas los versos que aún no te he dedicado, todos los cuadros y todas las noches como la del lago… y las guardo, con amor, con mucho amor.

David dice que volar es lo único que importa y que lo más probable es que el intento cueste algo más de lo que yo estaría dispuesta a dar, pero David es elocuente y sagaz y sabe que aún no me conoce. Si te preguntaran a ti seguro que responderías correctamente, como soy, dímelo tú: ¿me gusta volar?.

- Me gusta volar –

Por eso, hoy que es el mes cinco y llueve, voy a contarle a David que abrí los brazos, por fin, aguantando la fuerza de mi fuerza; que lloré, sí, pero que volar es lo que tiene… de vez en vez, encuentras un cuento en el que Alicia ya no vuelve más al otro mundo, en el que la última ilustración es la que vale, en el que la sonrisa del gato es la mía y es sentida y …en el que tú eres el sombrerero loco y yo… yo, la reina de corazones:

- ¡Que le corten la cabeza!-

FIN



domingo, 9 de mayo de 2010

REGALO DE CUMPLE-AÑO


“Mi niño no quiere dormir,

dice que no le hace falta…”

(Niños Mutantes)



… Y, sin embargo, era como dormir. Desenfocar tanto, que hasta perdía el concepto de los detalles y empezaban a importar, sólo, las siluetas.

- ¿De qué escribiría? –

Ya te lo dije:

- De ti –

En nuestras cabezas el tejado de tela y la música sonando dentro, como cuando le hablé a los momentos ¿recuerdas?. La mirada estriada de los felinos y casi siempre, algo de alcohol desdibujando las manos de los que me asustan. Los cristales de colores y la luz tenue de tu voz, que es perfecta porque te quiero y me quieres, no hay más nada… lo que digan... ¡nunca me ha importado menos algo…!


Ya tenía el poema y el dibujo… eras tú.


… Y, de pronto, todo deja de existir desde tu frente a la mía; es el momento, el de las risas irremediables, el de los dedos entrelazados y la fuerza en las venas.

Tú y yo.

Invencibles.


Hay un pequeño terremoto anexo, que nos recoloca el diafragma. La música ya suena desde fuera y hay gente bailando. Los platos, los vasos, el tintineo del hielo y la espuma haciendo círculos exactos que le vendrán bien a mi cuadro… Los farolillos que ya no parpadean porque se han vuelto reales y la reja negra semivestida por una cortina blanca que va dejando pasar al aire que da frío, no como el de nuestras bocas gritando. Gente descolorida como yo marcando la realidad, tumulto y entre los dos… el silencio, el de los ojos, el perfecto.

- Ya tenía el texto - te lo volví a repetir.

Y hoy, cuando me coloco las alas para escribirte, me doy cuenta de que el poema se quedó allí; bajo la tela y encima del albero; que tengo ganas de abrazarte porque eso es, en realidad, lo que te puedo ofrecer, lo demás… es mierda.

Quiero quererte sin condiciones, sin medida, tan afín a mi que todos se reirán porque el almíbar será azul (como nuestro pelo) y dirán que eso… no se come ¡benditos ignorantes! ¡qué sabrán ellos! y regalaremos, tirando confeti a los precipicios y rozando el dolor, pero nos reiremos, sabes que lo haremos.

Por eso, dejo en la feria el poema que hicimos juntos, no sé que hace un año que nos conocemos porque te conocí cuando nací. Sé que eres tan yo que, a veces, hasta te confundo conmigo; lo demás como te dije antes… poco me importa.

¡Gracias Chemita por ayudarme a encontrarte! mi vida sin ti sería mucho más gris...

¡TE QUIERO! ¡FELICIDADES!