domingo, 16 de agosto de 2009

Experimento Poético Sureño

Cuatro pies sumergidos en agua
sirven para dar altura
a ésta circular locura
que termina en asfalto.

Corta el cuerpo de un tajo
a la gran torre
o al colorido barrio,
sin pensar demasiado
desde que punto estés mirando.

Agua,
cielo,
luz y hierro
hacen una estampa
con tendencia al celo.


"Somos víctimas propicias de una antigua maldición,
hemos de ganar el pan con el propio sudor,
menos mal que aquí en Sevilla la vida tengo ganada,
porque con tanto calor sudo aunque no haga nada"

-Silvio-


(Jtown)

jueves, 13 de agosto de 2009

EL SUR: LOS RUMBOS "PERDÍOS"

“… quien va por el mundo a tientas,

lleva los rumbos perdíos”

(Maestro Quiroga)

Ayer, antes de salir a cenar, Isabel me pidió tomar un vino antes de la despedida. Cómo negarme si era lo que llevaba esperando desde que llegamos.


Su educación desprende el halo alemán, pero rápidamente es apaciguado por el vapor dicharachero del sur que la enamoró, del salero y; como ella dice: del “cachiondeo” que se encarga de acoger y esparcir por entre las paredes de su blanca casa. Es delgada y, según ella, tiene ojos de rana; sus pantalones bombachos la ponen en contacto con mi forma de vestir y nos enganchamos tan sólo con la vista.

- ¡Me gustaste por teléfono!- me dijo

- Tú a mi también- le respondí

No hay remedio: cuando las energías se atraen, lo hacen hasta usando la tecnología, es algo arrebatadoramente imposible de parar.

Me habla de sus raíces y de la infancia, de la vida en Vejer y de sus vecinas que, casualmente, se llaman todas como ella; de lo agradable de la cultura Andaluza y de cómo era hace veinte años el entorno que hoy me deslumbra. Me cuenta historias reales de sus días allí, de los atunes y de los romanos. Se le cambia el rostro para confesarme que su perrita está enferma y recién operada, se hace más gris la expresión; pero, como un rayo, retoma y la paz llega de nuevo, al hablarme de (literalmente) “su media naranja”, del amor…siempre el amor…

Es entonces cuando las paredes de piedra de la Peña Flamenca que nos arropa, menguan y se hacen más acogedoras, la voz desgarrada del Cabrero se apalanca en las sienes y la conversación es el único rezo que palpita… la fe en la autenticidad, la vuelta a la esperanza.

Isabel brinda conmigo, con su copa de vino blanco, los ojos de ambas están semicerrados, el alma de par en par como las puertas de su casa. Pibe sonríe y no deja de hablar, sabe que me he encontrado con la que yo seré algún día y disfruta mirándonos…; mirándome a mi en ella, mirándolo a él: mi paz.

Y no me queda otra que preguntarme: ¿cuánto de sur tengo en mis pasos? ¿cuánto me queda de Isabel? El arte no se hereda, ni las raíces; la mujer del pelo corto y los ojos saltones me ha regalado el amor al sur; mientras yo lo único que hacía era querer huir de él; para no entender hasta ayer por la noche, que del único sur que he de huir es del mío, del doloroso, del fragmento de vida que creí indispensable y, tan sólo es, el cúmulo de grises que me resigno a tirar a la basura.

¡Gracias Isabel, gracias por todo, gracias por encontrarme y ayudarme a entender al sur y a sus gentes, a la falta de realidad que, a veces, nos hace tener los rumbos “perdíos”!



(Mariapahn)

jueves, 6 de agosto de 2009

En Metálico

Recuerdo las mañanas de colegio, las luces encendidas en mi casa cuando la noche trasnochaba y el despertar que me zarandeaba con manos de madre.
Aquí la tierra se seca demasiado en verano, y el aroma a tierra mojada minutos antes de llover puede ser y era, el olor mas dulce, mas esperado, que puedes sentir cuando el calor ya lleva seis meses metido en el olfato.Es eso lo que sentía de pequeño cuando Septiembre hablaba con voz de sirena.
Aquel día tenía entre ceja y ceja un asunto, el regalo que mi abuelo me haría si no lloraba en mi primer intento de entrar en aquel ladrillado edificio. Eran conocidas mis escapadas y llantinas en la verja de la guardería, por lo que suponía todo un reto para mí.
La mañana como digo, me hizo grandullón por palabras de mis hermanos que me acompañaban como queriendo proteger al menor de la saga por si bombardeaban el camino a clase, que gilipollez. Yo sólo quería superar mi prueba, encontrar mi regalo sorpresa al terminar aquella larga y nublada posesión de pupitre, e intentar no volver nunca más, como si todo acabara ahí.
Entraría, jugaría solo en un rincón y miraría de vez en cuando por si alguien se acerca, y de hecho así fue, o algo parecido, acompañado de media hora en un patio arenoso con bordillos muy altos, donde me senté con mi hermana y unas cuantas "larguiruchas" que me hacían carantoñas como si fuera subnormal, en fin...en mi cabeza, el regalo de mi abuelo.
Y llegó el momento, mi madre me esperaba en la cancela del "cole" dispuesta a transportarme al cielo. Llevaba eso sí, su rebeca marrón con hojales descolgados y un dibujo trenzado en el pecho que abultaba con sus generosas mamas. Una rebeca con olor a madre, comprendeis, como deciros, olor a piel, no sé, rebeca con la que arropas su ausencia cuando sale a por la compra, rebeca que traiciona tu niñez cuando un día desaparece, la rebeca de mi madre.
Como decía, me llevaba al cielo, eso sí, andando por la tierra y subiendo unos escalones que ya desaparecieron justo en la curva donde empezaba la calle de mi premio. El camino, aunque corto, se engrandaba por mis cortos pasos. Cogido de una mano que me apretaba con fuerza al cruzar la calle pude observar su puerta de color beige, tenía refuerzos negros metálicos en la base y alineaba detalles de florecillas negras que eran totalmente senos femeninos.
Hicimos tocar el aldabón repetidas veces, sus pasos se acentuaban al acercarse a la puerta y el sonido de arrastrar el peso de la edad me emocionaba, me impacientaba.
Pasó entonces un minuto olvidado por mí, pero me encontraba delante de mi abuelo que hacía sonar una taza plástica de color marrón gastado, que había cogido de la parte superior del frigorífico. Rebuscaba la cantidad entre las monedas que allí acumulaba idónea para corresponder mi hazaña, soltándome en la mano 5 duros.
Entonces cogí, hice uso de la vergüenza infantil para ahorrarme dar las gracias, y tiré de mi madre con todas mis fuerzas para que me llevara al puesto de María.
¿Lo que compré?
Los 5 duros fueron a parar a un sobre de esos que trae un soldado dentro para unir sus partes y al bolsillo que María se recolocaba en su bambo cuando le pesaba demasiado.
Solo siento que gané ese premio, y lo recuerdo, tan bien o más que cuando el olor a tierra mojada entraba en mi casa.


(Jtown)

martes, 4 de agosto de 2009

SOLEÁ

El pelo cano lo hace más bello o, tal vez, sea que no lo recuerdo de otro modo (la memoria es cruel a veces, cuando se muestra extrovertida y capaz de condenar al olvido, la aborrezco; me hipotecaría el tiempo que queda y la asesinaría, no me gusta su chantaje emocional).

El pelo cano y sus ojos curtidos despiertan mi curiosidad, cómo sería antes de todo esto, nunca lo veré… es realmente imposible.

Me gustan sus manos recortadas, de dedos pronunciados y uñas perfectas; son tiernas, sus manos son dulces y maternales, con la sensibilidad de cualquier Frankenstein preocupado por no hacer daño.

Casi siempre evoco su imagen y aparece con lágrimas, como cualquier Virgen dolorosa de mi infancia. Con sonrisa perfecta y blanca, pero con lágrimas emanando del alma, del amargor de la garganta comprimida, del cúmulo de muertes vitales en sus venas amoratadas.

“ … detrás del sillón enorme que había en el salón, le observé durante minutos interminables. Yo, tan pequeña,... él, tan enorme… Sus manos (las manos que me acunaban) dejaban entrever los ojos enrojecidos del llanto de muchas horas, el agua salada de sus lacrimales se me hacía sangre carmín de garanza, por el dolor que me provocaba: yo tan pequeña, el desconcierto no me cabía dentro. Y los sollozos se escribían en las paredes de su casa con una pasta tan intensa que arañaba el cemento y la pintura y todo se derrumbaba a mi alrededor; la ropa se desgarraba y me dejaba en la más absoluta desnudez, los cimientos se reblandecían y desaparecían y los cristales de las ventanas estallaban convertidos en millones de saetas a punto de clavarse en mi pequeño corazón”.


Su espalda encorvada me recuerda que las cervicales le molestan por llevar alguna que otra carga que no es suya, tal vez tampoco mía, pero le duelen y no es justo… La vida no es justa para gente como él, que tiene la magia en el alma y el amor chorreándole por todos y cada uno de los poros de su cuerpo.

Por eso, cuando lo escucho cantar una “soleá “ recuerdo el día que se destruyó su casa delante de mis diminutos ojos, mientras lo observaba llorar detrás del sillón enorme… porque nadie puede saber mejor que él cómo se canta, cómo se siente y cómo se llora la vida mientras todo se deshace y tu hija te observa silenciosa, haciéndose mujer por cada lágrima:

“Penas tiene mi pare,
penas tengo yo,
y las que siento son las de mi pare,
que las mías no”.



(Mariapahn)

lunes, 3 de agosto de 2009

SOY LO QUE NO SOY

YO NO SOY NADIE SIN AMIGOS,

SIN ESA ESTRELLA QUE UN DIA PASÓ PARA QUEDARSE,

NADIE SI ME ENGAÑO,

NADIE SIN MI FAMILIA,

NADIE SIN PODER MIRAR A LOS OJOS,

NO SOY NADIE SIN UN BUEN DIÁLOGO,

NADIE SIN MI CAMARA FOTOGRÁFICA,

NO SOY NADIE SIN MIS PAPAS REVUELTAS ,

NADIE SIN PODER REVOLCARME POR LA ARENA DE LA PLAYA,

NADIE SI NO SOY LIBRE.

PERO EN CAMBIO,

SI SERÉ ALGUIEN EN ESTA VIDA SIN UN SUELDAZO,

SIN UN BMV,

SIN UNAS ABDOMINALES MARCADAS,

SIN UN SUPER CHALÉ,

SI SERÉ ALGUIEN SIN TENER PODER,

SIN FAMA,

SIN MENTIRAS,

SIN DINERO,

SIN EL SUEÑO AMERICANO.


ES LO QUE HE AVERIGUADO DE MI EN ESTOS 28 AÑITOS.

SEGUIRÉ APRENDIENDO.


(J.M)