Me he ido tantas veces de aquí que ya, hasta el viento sonríe cuando me ve aparecer de nuevo. Rasguña una piedra mientras me mira y me dice que no sabe qué decir, lo entiendo… no puede decir nada, es lo que pasa con estas cosas… “nadie aprende en cabeza ajena”; y mira que no soy muy de refranes; pero aquí, viene que ni pintado.
Me paso los días sermoneando a quien me lo pide, regalando mis manos a quien me lo pide, ofreciendo todas mis vísceras a quien me lo pide y leyendo esquelas de los muertos de los demás y, ahora, cuando es a mí a quien toca pulir… todo se da la vuelta y me desvanezco, como el vaho en el mes de enero o como, a lo sumo, un peta-zeta en la boca de un niño… chisporroteando… pero, al fin y al cabo, me voy.
Me ha largado tantas veces de esto que no sé qué es que se me hace apático, desnutrido y gris. Me aburro soberanamente de mi misma y de mis ancestros, por dejar que todo esto pase; a veces, creo que es injusto y me regocijo convenciéndome de ello… entro en desidia y me apago, me vuelvo color sepia y los colores se camuflan detrás de cualquier piedra, para que nadie me vea.
Tengo tantas ganas de saber qué pasará que recorro los minutos del día sin casi saborearlos, dejándolos huir sin más y doliéndome en cada ocaso que pasó y que no respeté. Me angustia cerrar la boca y no sentir el paladar, intuir que empiezo a decolorarme como el pelo cano o que sucumbo a todo lo que me ayude a usar el olvido como herramienta de destino… ¡puaf! y me asquea ser esto…
Por eso me he ido tantas veces de cada día que puedo vivir, porque no concibo las heridas así… en metástasis.
Y prefiero no mirar a nadie. Cerrar los ojos fuerte, apretando, intentando rebuscar estaño entre los dedos de todo el que me rodea y soldar, soldar fuerte los sentidos y callar… dejar de escuchar, no oír, no palpar nunca más nada, ni extrañar, ni lamer, ni degustar sabores exóticos, ni salados, ni de sol; no poder mirar mas que dentro ¡nunca fuera!, ni pensar, ni sentirme estrella, ni especial, ni ofrecer, ni amilanar la sangre hasta que se pare, ni gritar, ni buscar, ni llenarme los pies con la fina arena de la playa, ni tambalear, ni dejar que me tiemblen las piernas, ni besar, ni oler los cuellos, ni esperar más poder rellenar con la lengua los huecos debajo de la boca…
Tengo tanta prisa por saber cómo voy a matarme, que me bebo la vida de un trago, me camuflo debajo de los cristales y no me doy cuenta de que se me ve… de que por muchas veces que me vaya, siempre vuelvo para no pedir nada; y por cada regreso no me encuentro nada, nada… yo más yo y la ausencia, el sopor eterno que no es de los vivos y que se muere más, si cabe, por cada re-vuelta… sin amistad… y, creo, que nunca me sentí tan sola.
Porque volver a ti es lo que tiene: Ya no sé quién eres, eres “el extraño” , la parte de mí que ya no está, el adiós que nunca llega y que, sólo tú, puedes regalarme… Concédeme el deseo y usa la boca y la voz, otórgame la paz y espútame una despedida ¡por favor! Sé que hace tiempo que te fuiste, pero no consigo creérmelo.
Me paso los días sermoneando a quien me lo pide, regalando mis manos a quien me lo pide, ofreciendo todas mis vísceras a quien me lo pide y leyendo esquelas de los muertos de los demás y, ahora, cuando es a mí a quien toca pulir… todo se da la vuelta y me desvanezco, como el vaho en el mes de enero o como, a lo sumo, un peta-zeta en la boca de un niño… chisporroteando… pero, al fin y al cabo, me voy.
Me ha largado tantas veces de esto que no sé qué es que se me hace apático, desnutrido y gris. Me aburro soberanamente de mi misma y de mis ancestros, por dejar que todo esto pase; a veces, creo que es injusto y me regocijo convenciéndome de ello… entro en desidia y me apago, me vuelvo color sepia y los colores se camuflan detrás de cualquier piedra, para que nadie me vea.
Tengo tantas ganas de saber qué pasará que recorro los minutos del día sin casi saborearlos, dejándolos huir sin más y doliéndome en cada ocaso que pasó y que no respeté. Me angustia cerrar la boca y no sentir el paladar, intuir que empiezo a decolorarme como el pelo cano o que sucumbo a todo lo que me ayude a usar el olvido como herramienta de destino… ¡puaf! y me asquea ser esto…
Por eso me he ido tantas veces de cada día que puedo vivir, porque no concibo las heridas así… en metástasis.
Y prefiero no mirar a nadie. Cerrar los ojos fuerte, apretando, intentando rebuscar estaño entre los dedos de todo el que me rodea y soldar, soldar fuerte los sentidos y callar… dejar de escuchar, no oír, no palpar nunca más nada, ni extrañar, ni lamer, ni degustar sabores exóticos, ni salados, ni de sol; no poder mirar mas que dentro ¡nunca fuera!, ni pensar, ni sentirme estrella, ni especial, ni ofrecer, ni amilanar la sangre hasta que se pare, ni gritar, ni buscar, ni llenarme los pies con la fina arena de la playa, ni tambalear, ni dejar que me tiemblen las piernas, ni besar, ni oler los cuellos, ni esperar más poder rellenar con la lengua los huecos debajo de la boca…
Tengo tanta prisa por saber cómo voy a matarme, que me bebo la vida de un trago, me camuflo debajo de los cristales y no me doy cuenta de que se me ve… de que por muchas veces que me vaya, siempre vuelvo para no pedir nada; y por cada regreso no me encuentro nada, nada… yo más yo y la ausencia, el sopor eterno que no es de los vivos y que se muere más, si cabe, por cada re-vuelta… sin amistad… y, creo, que nunca me sentí tan sola.
Porque volver a ti es lo que tiene: Ya no sé quién eres, eres “el extraño” , la parte de mí que ya no está, el adiós que nunca llega y que, sólo tú, puedes regalarme… Concédeme el deseo y usa la boca y la voz, otórgame la paz y espútame una despedida ¡por favor! Sé que hace tiempo que te fuiste, pero no consigo creérmelo.
(Mariapán 2010)
Y con este texto tristón pero reconstituyente que me ha pedido una amiguita, me despido de este blog (por ahora), gracias a todos los que os habéis pasado y habéis usado algo de vuestro tiempo para empatizar conmigo ¡ha sido una gozada compartirme! ¡gracias desde el corazón!
Y gracias a ti, sosi, por compartir este experimento que ha durado un añazo... Ahora te dejo el relevo... ¡cuídalo eh! ¡te quiero!
¡Buen verano! :-)
Y gracias a ti, sosi, por compartir este experimento que ha durado un añazo... Ahora te dejo el relevo... ¡cuídalo eh! ¡te quiero!
¡Buen verano! :-)
Solo te voy a decir que la vida hay que saborearla e ir con calma, porque de lo contrario y tú misma lo dices, se esfuma todo y no se puede saborear.
ResponderEliminarAyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy Mariquillaaaaaaaaaa!!!
Tengo ganitas de tenerte aquí, aunque vedrás y volarás, como siempre.
Besicos muchos guapa
Besos y buen viaje
ResponderEliminarbuen viaje!!!!! te espero en un puerto o en varios.
ResponderEliminarYujuuuuuuu. Ahora empieza lo bueno.
SI SI SIIIIIIIIIIIIIIIIIII
mer.
La vida, mujer, es partir... Lo sabes tan bien como yo...
ResponderEliminarEl asunto de las partidas en este mundo esférico, es que entre más nos alejamos, más cerca estamos de volver...
Fue un buen año... Y el asunto de los tiempos es que se van y esos sí, no regresan...
CASITA: jejejeje...Saborear la vida... jejeje Yo lo hago, no te preocupes, la prota de mi texto... ¡que se busque la vida! supongo que si no lo hace es porque no quiere y que, algún día, se dará cuenta del tiempo que ha malgastado regalándolo a lo que no merece la pena... pero yo, descuida que lo hago.... Yo también tengo ganas de estar allí, no sabes cuántas... Un beso enorme.
ResponderEliminarNOELPLEBEYO: Unos vuelven y otros nos vamos... gracias y toma tú otro beso.
MER: ¡Yeeeeeeeah! prepárame las calles de Madrid, que el viernes me las como... Este cumple ambas sabemos que será especial... Y bueno, ya sabes, que me esperes en los puertos es uno de mis pensamientos vitales... Como tú bien dices... AHORA EMPIEZA LO BUENO...jajaja. Besos lindura.
MARIO: Gracias Mario, sé que ambos sabemos bastante de partidas... ¡¡¡ay!!! cómo duelen y que sanas son; creo en ellas, lo único que realmente me jode es eso...los tiempos, cómo se van y la sensación de haberlos perdido, de haberlos malgastado para NADA, en fin... supongo que esto lo hablamos por otros lares...ok? Gracias por estar siempre... el tiempo contigo (aún con un océano de por medio) no lo siento perdido... Un beso enorme mexicanito!!!
¡¡¡ gracias a los cuatro !!!
"vete lejos pero no sueltes mi mano"
ResponderEliminar¿no habrá tierra de por medio, no?
Va a ver colores y risas por todas partes... ¿a que sí?
ILSA: ¡Faltaría más bambina! tu mano, ummm, ¡"pa" mí enterica! ;-P ¿tierra de por medio? siiiiiiiii, pero con mucho color y muchas sonrisas, eso no lo dudes... Un besito grande ¡guapa!
ResponderEliminarEl otro día, a mi vuelta de Santiago, ni mi mente ni mi alma sabían en que oceano posarse.
ResponderEliminarhttp://www.facebook.com/profile.php?id=1375521996&v=photos#!/photo.php?pid=30725507&id=1222511573
RAÚL: ... las despedidas...amigo; tan presentes, tan dolientes y tan necesarias... las idas que se saben son para volver..., las vueltas que no tienen vueltas de hoja, los regresos con unos años más en el alma que está en las tripas...
ResponderEliminarLOS RENACIMIENTOS...
ufffffffffff Gracias por leerme...:-)nos vemos pronto.
¡guaaaaaaaaaaaau qué bueno éste! jejeje... Suerte que ya no hay tanta pena... ¡qué sensación más lejana! con lo sencillo que es todo ¿verdad? lalalalalalala la laaa lalalala laaaaaaaa ;-P
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