jueves, 6 de agosto de 2009

En Metálico

Recuerdo las mañanas de colegio, las luces encendidas en mi casa cuando la noche trasnochaba y el despertar que me zarandeaba con manos de madre.
Aquí la tierra se seca demasiado en verano, y el aroma a tierra mojada minutos antes de llover puede ser y era, el olor mas dulce, mas esperado, que puedes sentir cuando el calor ya lleva seis meses metido en el olfato.Es eso lo que sentía de pequeño cuando Septiembre hablaba con voz de sirena.
Aquel día tenía entre ceja y ceja un asunto, el regalo que mi abuelo me haría si no lloraba en mi primer intento de entrar en aquel ladrillado edificio. Eran conocidas mis escapadas y llantinas en la verja de la guardería, por lo que suponía todo un reto para mí.
La mañana como digo, me hizo grandullón por palabras de mis hermanos que me acompañaban como queriendo proteger al menor de la saga por si bombardeaban el camino a clase, que gilipollez. Yo sólo quería superar mi prueba, encontrar mi regalo sorpresa al terminar aquella larga y nublada posesión de pupitre, e intentar no volver nunca más, como si todo acabara ahí.
Entraría, jugaría solo en un rincón y miraría de vez en cuando por si alguien se acerca, y de hecho así fue, o algo parecido, acompañado de media hora en un patio arenoso con bordillos muy altos, donde me senté con mi hermana y unas cuantas "larguiruchas" que me hacían carantoñas como si fuera subnormal, en fin...en mi cabeza, el regalo de mi abuelo.
Y llegó el momento, mi madre me esperaba en la cancela del "cole" dispuesta a transportarme al cielo. Llevaba eso sí, su rebeca marrón con hojales descolgados y un dibujo trenzado en el pecho que abultaba con sus generosas mamas. Una rebeca con olor a madre, comprendeis, como deciros, olor a piel, no sé, rebeca con la que arropas su ausencia cuando sale a por la compra, rebeca que traiciona tu niñez cuando un día desaparece, la rebeca de mi madre.
Como decía, me llevaba al cielo, eso sí, andando por la tierra y subiendo unos escalones que ya desaparecieron justo en la curva donde empezaba la calle de mi premio. El camino, aunque corto, se engrandaba por mis cortos pasos. Cogido de una mano que me apretaba con fuerza al cruzar la calle pude observar su puerta de color beige, tenía refuerzos negros metálicos en la base y alineaba detalles de florecillas negras que eran totalmente senos femeninos.
Hicimos tocar el aldabón repetidas veces, sus pasos se acentuaban al acercarse a la puerta y el sonido de arrastrar el peso de la edad me emocionaba, me impacientaba.
Pasó entonces un minuto olvidado por mí, pero me encontraba delante de mi abuelo que hacía sonar una taza plástica de color marrón gastado, que había cogido de la parte superior del frigorífico. Rebuscaba la cantidad entre las monedas que allí acumulaba idónea para corresponder mi hazaña, soltándome en la mano 5 duros.
Entonces cogí, hice uso de la vergüenza infantil para ahorrarme dar las gracias, y tiré de mi madre con todas mis fuerzas para que me llevara al puesto de María.
¿Lo que compré?
Los 5 duros fueron a parar a un sobre de esos que trae un soldado dentro para unir sus partes y al bolsillo que María se recolocaba en su bambo cuando le pesaba demasiado.
Solo siento que gané ese premio, y lo recuerdo, tan bien o más que cuando el olor a tierra mojada entraba en mi casa.


(Jtown)

3 comentarios:

  1. ES UN ORGULLO PARA MI QUE UN BUEN AMIGO SEA CAPAZ DE ESCRIBIR TAN BIEN. MAS QUE BIEN DIRIA PERFECTO PORQUE HAS CONSEGUIDO QUE TU AMIGO CHEMITA VIAJE EN LOS CINCO MINUTOS DE LECTURA HACIA UNOS AÑOS Y LUGARES QUE SE HABIAN QUEDADO UN POCO EN EL OLVIDO. ME HAS HECHO RECORDAR E INCLUSO REVIVIR MUCHAS SENSACIONES. PUEDES ESTAR SEGURO Y SATISFECHO QUE SIN DUDA ESTE RELATO ES UNA OBRA DE ARTE, OLE POR TU CAPACIDAD DE RECORDAR Y PLASMARLO DE FORMA SUBLIME. GRACIAS POR REGALAR ESTO.

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  2. Conocía este recuerdo tuyo, ya me lo habías contado, puede que por eso no me haya impactado demasiado. De todos modos, me ha causado ternura la idea de imaginarte niño y jugando en la soledad de un rincón; cuando trabajo, esos son los niños que más ayuda necesitan... en fin...
    La idea de la rebeca de tu madre si me gusta, creo que el olor de la madre es indescriptible; por lo menos, yo no sabría ponerle palabras.

    Y, bueno, este texto no me ha gustado tanto como otros, pero... como todos, se merece un comentario apañao y, de camnino, te felicito por aquí también el cumple jejeje

    ¡FELICIDAD PA TI, NIÑO, FELICIDAD!

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  3. Los recuerdos son tan intensos como el olor a tiera mojada.
    Bonito texto, ¡si señor!
    Besicos muchos.

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