sábado, 24 de abril de 2010

UN MOMENTO, FINAL Y SEGUNDA PARTE



… Es como cuando aguantas la respiración debajo del agua, con la sensación viva de rozar la muerte…, el placer de no escuchar nada y mirar hacia arriba para ver el sol distorsionado, abstracto por encima de la cabeza y de la superficie. No respirar hasta no soportarlo más y ascender en un segundo, para conseguir el aire necesario y seguir viviendo… respirar por fin, con el cuerpo entumecido y el sentimiento de flotar, de ser ligero como una pluma.

- No puede durar más, porque si durara, morirías-


… O como cuando esperas una llamada de teléfono de la que depende tu futuro; no el definitivo, sólo el vital. El futuro emocional que te hará más persona o más cadáver. Saber que detrás de las ondas, esas que rondan por todos lados, estará la respuesta, el enclave definitorio y la saciedad; las pretensiones que no dependen de uno y que si dependen de varios, las palabras justas que te harán sentir la libertad que posees y que, sin embargo, no es tuya.


- Cuánto tiene de locura –


Se parece a los viajes en tren, cuando los haces en soledad pero rodeado de personas iguales a ti. Solas como tú. Intentas no escuchar la conversación del pasajero que llevas al lado, pero el afán por compartir o por espiar te hace un voyeur expectante, con la clara intención de sentir en los otros todo lo que tú no te atreves a sentir, a mirar, a saber… Aminoras los latidos porque podría ser lo que buscas, ni el amor ni la amistad; puede que la imagen física de la nostalgia, esa que todos llevamos dentro. Y la notas, petrificado, sin moverte del asiento 23V; sin más, para acabar mirando como corre el paisaje a través de la ventanilla… como los minutos y los días… rápido.


- Qué parte es real, cuánto tiene de vigilia -


Porque preguntarme qué es un momento o cuánto tiene de realidad, me gusta. Me despierta las ganas de continuar, de lidiar con las ausencias y las presencias intermitentes, de quitar el “sobre” a la palabra “sobrevivir”, para profanarla y observar la belleza semántica que ofrece sin ese ornamento…

VIVIR

Y cuando pregunto qué es esto que me rodea, me cuentan que existe un equilibrio intrínseco, una felicidad definida, un significado de “amor” y de “amistad”, una forma sola de libertad, de conseguir plenitud, un canon de belleza, una estrategia perfecta para lograr el objetivo vital… y yo, no tengo otra que seguir sonriendo porque me quedo sólo con todo lo que no tiene denominación de origen, lo que pocos sabemos, los momentos astutos que perseveran por no desaparecer, por quedarse, por mantener dentro lo que casi nadie sabe ver y unos pocos sentimos…, sin etiquetas y sin nombre:

… Como cuando paseas con tu sobrino de la mano por el parque y te pregunta que por qué la luna no se cae al suelo. La física no le servirá, así que intentas acordarte de cualquier historia mágica (de todas las que te han regalado alguna vez), que le convenza y le haga sentir especial: él sabe el secreto de la luna, cuelga de un hilo desde, tal vez, el planeta del Principito… algo que sólo algunos sabemos y que durará, lo que dura un momento.



(Mariapán 2010)



domingo, 18 de abril de 2010

UN MOMENTO, POR FAVOR




… Es como un destello, una luz que no parpadea pero que dura lo que un abrir y cerrar de ojos, poco y mucho, una antítesis real; como la poesía o la angostura placentera, la sal en los labios al salir del agua o una explosión de fuegos artificiales en una verbena.

Tiene poco de azul y mucho verde, lo imagino así en mi cabeza. Empieza el proceso y acaba. Se remueve dentro y decide suceder, aparecer en cualquiera de sus formas para establecer la línea perfecta, la del horizonte y el infinito; la línea que se convertirá en punto.

Porque la música no deja de sonar dentro. Me cuentan que es tal cual, nace sin pensarlo y se remueve dentro, como un neonato en el vientre; está pero no se ve, sólo se nota…

Y cuando intento sostener el solsticio se me llenan las manos de divinidad, de oscurantismo, de todo lo que se parece a la fe. No se cae nada al suelo, todo flota y permanece, como cuando miras al sol un instante y ves su silueta si cierras los ojos… y si los abres también…

- Cuánto dura, cuánto es recuerdo… -

También hay caricias viscosas que despellejan casi todo lo que está dentro y fuera tal vez. Se arremolinan intentando no ser perniciosas y se regodean delante de la primavera. Saben estar y marcharse, como cuando abrazas a alguien con el brazo derecho por encima del hombro y el izquierdo rodeando la cintura; está, físicamente, no más de lo que dure y se marcha dejando la mancha en el pecho, hay veces que perdura siempre, otras… se va sin más.

Y ahora, me dan ganas de aplaudir, de gastar las palmas de mis manos y de que se llenen de ampollas. No puedo controlar este deseo desestructurado de sonreír, con mi mejor sonrisa, para regalar todo lo que quede; al fin y al cabo, mañana será sólo un recuerdo…

- Cuánto hay de invento… -

Aplaudir mientras hago reverencias, como cuando la obra de teatro te ha dejado tan absorta que no sabes si lloras porque se acaba o por lo que ha durado. Aplaudir y aplaudir, sonreír y sonreír, desdoblar todos los cuadrados que era y estallar en miles de trozos de papel de colores para repartirme y girar con el viento, volar, decir adiós al desdén y seguir planeando, incluso encima de mi propia cabeza, enganchada a la veleta.

Y me dicen que es como un destello, que la música no deja de sonar dentro, que el proceso empieza y acaba y se termina transmutando a recuerdo. Y no quiero saber cuánto dura porque es como cuando arrancas el coche y miras por el espejo retrovisor lo que se queda y lo que te llevas… qué parte es la tuya y qué parte es la que te mira de pie con los brazos pegados al cuerpo, mientras dice adiós con los ojos, la nariz y la boca…

Sólo queda el aplauso y la sonrisa, que hoy son tesoro en cofre desgastado; porque me lo imagino en tonos verdes, como la esperanza, como algunos de los ojos que miro en un descuido y me devuelven la osmosis y la luz, todo lo que cabe en un momento.

(Mariapán 2010)

Sopa de mijo

En la abundancia hay facilidad para rechazar, vaciar, lanzar o abandonar lo que no necesitamos, la cuchara bien llena y antes de llevárnosla a la boca, derramar de nuevo en el plato lo que con tanta normalidad hemos acumulado.
La afianzación de creer tener el poder de ni siquiera pararnos a conocer, para dejar el plato ese "coulís" que sin miramientos enjuiciamos y a continuación condenamos a la parte sucia del cubo de la basura (que curiosamente creemos siempre que es de los demás, pues la nuestra nunca, nunca huele), nos hace limpios y autoelevados en el conocimiento de con que elementos se hace la mejor sopa, cuales son los granos mejor escogidos o tostados o pasados por la batidora de cualquier denominación de origen.
Bien, pues así llegamos a una cosa que sin habérnosla siquiera planteado se llama "discriminación selectiva", no por raza, ni por agrupación, sino por orden de nuestros abiertos y sabios ojos, que sin mandar órdenes de otro tipo que no sea el visual, selecciona personas que no pueden o deben entrar en plato del que nos alimentamos, convirtiéndolos, así, por las buenas, en trigo, soja o mijo sucio.


A Txemita, por llenar el ojo antes que la tripa


Jtown -cereal sin determinar-

martes, 13 de abril de 2010

La trompeta de las noticias

La trompeta de las noticias importantes había sonado, con fuerza, desde la mas alta torre.
Los niños harapientos casi se saltaban unos a otros en dirección a la plaza, como un vendaval, las hierbas eran pisoteadas y las piedras mudaban de lugar al roce con los zapatos. Gritos, risas nerviosas e interminables llantos de pequeños borraban la tranquilidad de la zona.
Los perros aprovechaban para mordisquear los huertos, los pillos husmeaban entre las puertas, que olvidadas, habían quedado abiertas.
Desde el aire se divisaría una mancha marrón en dirección al brillo de las astas que alzaban las banderas de la fortaleza, trajes marrones y negros, sombreros rotos. Haciendo un dibujo, casi borrón, en la clara tierra de las calles.

En el gentío se hizo el silencio.

Dos grandes puertas que cerraban el primer balcón fueron abiertas, el sonido crujiente de la madera llegaba y provocaba el murmullo impaciente de los presentes, la larga fila de soldados que protegían la principal entrada se abría cubriendo aún mas hueco, y el sonido ambiente volvió a ser sobrepasado por el segundo sonar de la trompeta.
Al balcón, un hombre. Capa color cobre y traje ocre, barbas grises, cuidadísimas botas negras, pelo tan largo como escaso, disimulado por un pañuelo y un sombrero azulino.

Tercer toque de trompeta.

El hombre, abierto de brazos calmando al público, exclamó dos frases, una con tristeza, la otra, orgulloso y a gritos.

-La rosa ha muerto...
-¡Viva la rosa!




Jtown

lunes, 5 de abril de 2010


Vulgariza la esencia de lo eterno y pon puntos suspensivos,
queda muy bien siempre al final,
dicen.

Vaga,
por el camino que acumula tierra y sorbe muy poco a poco el aire,
con la boca,
como si fuera líquido,
aguantarás mas,
¿y el polvo?, el polvo quedará en los labios,
ahí,
donde nada hace daño.

Siéntete cansada, tan cansada como tu sabes hacerlo, imitando al campesino, trillando y buscando en el trigo pepitas de oro, já! que inutilidad.


Salta,

baja

entra

sal

come

vomita


haz lo que te apetezca,
y no olvides poner puntos suspensivos,
dicen que quedan bien.

Ahí van, los mios
...
Jtown

domingo, 4 de abril de 2010

"Prefiero quedarme aquí,
sin rozarte tus vestidos,
hay amores tan rendidos que son felices así."
Antonio García Barbeito




Haré fuerzas,
cambiaré los colores,
rojo por azules,
azules por ocres...

Me divierto tanto si no te acuerdas de sus nombres.



Entrelazando las manos
caliento las noches,
a veces también canto
y "recanto"...

Se apagan las voces.


Arrancaré letras y significados,
historia, grandes hombres.
Solo opositaré a tu memoria,
mi gran premio:

TU NOMBRE

Jtown