… Es como cuando aguantas la respiración debajo del agua, con la sensación viva de rozar la muerte…, el placer de no escuchar nada y mirar hacia arriba para ver el sol distorsionado, abstracto por encima de la cabeza y de la superficie. No respirar hasta no soportarlo más y ascender en un segundo, para conseguir el aire necesario y seguir viviendo… respirar por fin, con el cuerpo entumecido y el sentimiento de flotar, de ser ligero como una pluma.
- No puede durar más, porque si durara, morirías-
… O como cuando esperas una llamada de teléfono de la que depende tu futuro; no el definitivo, sólo el vital. El futuro emocional que te hará más persona o más cadáver. Saber que detrás de las ondas, esas que rondan por todos lados, estará la respuesta, el enclave definitorio y la saciedad; las pretensiones que no dependen de uno y que si dependen de varios, las palabras justas que te harán sentir la libertad que posees y que, sin embargo, no es tuya.
- Cuánto tiene de locura –
Se parece a los viajes en tren, cuando los haces en soledad pero rodeado de personas iguales a ti. Solas como tú. Intentas no escuchar la conversación del pasajero que llevas al lado, pero el afán por compartir o por espiar te hace un voyeur expectante, con la clara intención de sentir en los otros todo lo que tú no te atreves a sentir, a mirar, a saber… Aminoras los latidos porque podría ser lo que buscas, ni el amor ni la amistad; puede que la imagen física de la nostalgia, esa que todos llevamos dentro. Y la notas, petrificado, sin moverte del asiento 23V; sin más, para acabar mirando como corre el paisaje a través de la ventanilla… como los minutos y los días… rápido.
- Qué parte es real, cuánto tiene de vigilia -
Porque preguntarme qué es un momento o cuánto tiene de realidad, me gusta. Me despierta las ganas de continuar, de lidiar con las ausencias y las presencias intermitentes, de quitar el “sobre” a la palabra “sobrevivir”, para profanarla y observar la belleza semántica que ofrece sin ese ornamento…
VIVIR
Y cuando pregunto qué es esto que me rodea, me cuentan que existe un equilibrio intrínseco, una felicidad definida, un significado de “amor” y de “amistad”, una forma sola de libertad, de conseguir plenitud, un canon de belleza, una estrategia perfecta para lograr el objetivo vital… y yo, no tengo otra que seguir sonriendo porque me quedo sólo con todo lo que no tiene denominación de origen, lo que pocos sabemos, los momentos astutos que perseveran por no desaparecer, por quedarse, por mantener dentro lo que casi nadie sabe ver y unos pocos sentimos…, sin etiquetas y sin nombre:
… Como cuando paseas con tu sobrino de la mano por el parque y te pregunta que por qué la luna no se cae al suelo. La física no le servirá, así que intentas acordarte de cualquier historia mágica (de todas las que te han regalado alguna vez), que le convenza y le haga sentir especial: él sabe el secreto de la luna, cuelga de un hilo desde, tal vez, el planeta del Principito… algo que sólo algunos sabemos y que durará, lo que dura un momento.
(Mariapán 2010)